A los pueblos originarios del Gran Chaco 
19 de junio, 2021 
Al cuarto o quinto día, abrió por el este, una brecha en el cielo. Un recuerdo del sol. Las cosas llegan. Puede que a destiempo, pero llegan. Hay que desearles con las tripas.
Abro la ventana de madera. Afuera la calle de polvo, el sábado, el frío. Pasa un perro una mujer con un changuito llorando. Motos. Anoche estuve en Marruecos.
Juvencio se jodio un ojo. O los dos. En un momento bajó sus lentes polarizados y pude observar en esa fracción de segundo en que suceden las miradas, que tenía el ojo derecho malo. Como pinchado me pareció. Me lo suponía, porque durante todo el rato que lo vi, la otra vez y hoy, nunca se sacó los lentes. No me enseñaba sus ojos. Supuse, supongo, se lo habrá estropeado hachando. O alguna espina. El monte. No quise incomodarle con la pregunta. 
En el monte me contó que dice que la otra noche estaba pescando ahí solito, allá en el curvon de La Gracia, y cuando empezó a clarear estaba ahí tranquilo dice. Los pajaritos le avisaban pero él ni supo de que. Después sentía un ruido así como de vaca pero no era vaca y ahí nomá lo vio; alto así, grande, overo; un tigre. Se miraron paralizados, como que el animal quería pasar por donde él estaba y ahí nomá salió rajando pa alláaa nomá.  Dice que era así de alto, con la mano me marco una altura por sobre mi cintura, Piernas largaaa pue.
También la otra vuelta había dado muerte a un lion. - Esos son más chiquitos y cuando tiene miedo se sube a los árboles pue. De más me agradecieron los paisanos cuando lo maté. Estaba arriba de un arbolito así como ese. Até un cuchillo a la punta de un palo largo y lo clave acá. Se toca el costado, justo ahí donde lo clavaron a Jesús de Nazaret. 
Le digo que me contó el Olivo, allá, el hijo de Silá, que los osos bandera son bravos. Atacan fiero dice! 
- Siii el oso bandera sabe matar tigre. También mató un hombre allá en La Paz. Un campiador. Lo abrazó y le saco las tripas nomá. Te hace así pue. Y me muestra con sus brazos el abrazo mortal del oso hormiguero.
- Paaah 
- Siii pue. El se te para así y te abraza y con las uñas te abre todo…
Lo baña la luz cálida de las cinco y pico de la tarde. Es tan real que no podría retratarlo nadie. Sus manos de tierra. Su camperon no sucio, con años de monte polvo río adobe carbón algarroba. Su remera a rayas adherida al costillar. Los pantalones de Boca, sus botas tejanas punta blanca. 
Juvencio es el monte. Ahora sí, el Chaco me invita a su belleza más pura. Ahora sí.
Justo en ese rincón donde Bolivia, Paraguay y Argentina se encuentran en una triple frontera, de este lado del río Pilcomayo, existe un territorio inmenso: más de sesenta mil hectáreas de monte nativo, hogar de miles de personas y una bellísima y compleja biosfera repleta de vida.
Los pueblos originarios de la región, Wichís, Chorotes, Tobas, Guaraníes (por nombrar algunos), son nómadas y viven en comunidades esparcidas a lo largo del monte. Durante siglos han vivido de la pesca, la caza y la recolección, en armonía con la naturaleza, hasta la tardía llegada del hombre blanco a principios del siglo xx.
En los años noventa, estos pueblos se organizaron y comenzaron una lucha pacífica, en reclamo por el respeto de su hogar: El monte chaqueño. Hoy, ya pasados más de treinta años, la lucha continúa pero sus territorios y sus culturas están cada vez más amenazados.
La región se encuentra deliberadamente olvidada por los gobiernos, ya que son ellos, los mismos políticos y empresarios, los que convierten el monte en dinero. La deforestación para el monocultivo de soja, es seguramente, la más cruel e incontrolable realidad. Pero existen otros graves problemas como las enfermedades endémicas, malnutrición, falta de agua potable y las temperaturas cada vez más extremas. La constante lucha territorial y racista con la población criolla y el aumento de la violencia, a causa de las drogas y el narcotráfico creciente en la zona. Parece que la colonización tardía pero segura, va cobrando su efecto.
Sin embargo, más allá de todas estas tantas dificultades, los pueblos originarios del Chaco Central continúan viviendo en armonía con lo que brinda el monte y el gran río Pilcomayo. Siguen el legado de sus ancestros conectados con el cosmos y la madre la naturaleza.  Resisten en una lucha pacífica y organizada, en pos de defender sus territorios y sus culturas.
Entre el año 2018 y 2022, viví en diferentes comunidades Chorotes y Wichís en la zona de Santa Victoria Este, pcia. de Salta, Argentina. ​​​​​​​
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